COMERCIO AMBULATORIO.

El Perú va de mal en peor en todos los aspectos; la canasta familiar ha tenido un incremento notorio, que golpea inmisericordemente las clases más desposeídas con desempleo y pobreza de todo tipo originados por la salvaje y descarnada política económica capitalista, neoliberal impuesta por los últimos gobiernos elegidos, a pesar de un discurso diferente. Grandes sectores de la población con disimiles problemáticas al no encontrar trabajo que les permita sobrevivir en una realidad social agresiva como la que se vive en nuestro País, se ven obligados a buscar su sustento diario con creatividad en el comercio ambulatorio. Con un poquito de acuciosidad vemos que esto no queda ahí, este modo de vida, de provisionalidad, de urgencia, de precariedad, se ha propagado e institucionalizado pues la encontramos en todos los estamentos, en todos los niveles e instituciones, y en todo orden de cosas haciéndose un modo de vida por lo que algún sociólogo ha dado por llamarle "La Cultura Chicha", “la cultura de la combi”, “la cultura de la reja” como cantara un grupo de música: “triciclo llamado Perú”.

Calles, aceras, y parques tomados por comerciantes ambulantes, donde impera el caos, desorden, la anarquía; música de lenguaje incomprensible y griterío estridente por doquier, ofreciendo diversos productos que cada ambulante vende, olores y vapores grotescos de todo tipo que se elevan por los aires, un ejército frenético de gentes que se atropellan entre sí, que van y vienen que se compran y venden entre sí objetos fabricados en otros países, el transporte desesperante, autos, combis y camiones tocando sus bocinas, bicicletas, triciclos completan el panorama salvaje y colorido; alterando el orden público y que muchas veces fomenta y se relaciona con escándalos públicos, indigentes, robos, contrabandos, estafas y toda una variedad de corrupción política, administrativa y policial. Esto me recuerda un pasaje del poema de Ramón Ortega “el mundo es un mercado en que se compra amores, voluntades y conciencias,… En este laberinto de la vida donde tanto domina la maldad, todo tiene su precio estipulado”…, Pero, esta ciudad que construimos con propuestas aisladas, sin ningún criterio de desarrollo urbanístico, sin ordenamiento del transporte, sin continuidad en los gobiernos nos muestra el más claro panorama del capitalismo, del neoliberalismo que nos imponen con ayuda de nuestros ineptos políticos entreguistas.

Las causas de la aparición y el incremento de los ambulantes apropiándose y haciendo uso indebido de los espacios públicos que pertenecen a todos los ciudadanos son: de índole económico, educacional, de salud, falta de empleo, problemática social que se desarrolla en medios sociales de bajo nivel educativo y cultural, actividad, que de un tiempo a esta parte están involucrados todos los miembros de una familia, (padres, hijos, nietos). En función de esta realidad, que surge espontáneamente, tal como lo han establecido los estudios efectuados, hay que reconocer que tiene algo de positivo ya que gracias al ingenio, esfuerzo y constancia crean fuentes de trabajo y es una salida que el poblador ha encontrado para hacer frente a la crisis económica, y las necesidades más apremiantes que atender, que por cierto el gobierno no está en condiciones de proporcionarlo adecuadamente o no tiene la voluntad política de hacerlo, por lo que debe ser aprovechado por las autoridades e instituciones gubernamentales.

Es un contrasentido no reconocerla, mas por el contrario se debería propiciar planes y programas que encaucen esta actividad sensibilizándolos, sin que pierda su esencia, progresivamente regularizarla, con mejores condiciones de trabajo, seguridad social, insertándolos al sistema formal y que contribuyan simbólicamente a la economía, preservando y manteniendo el orden público, cuidando de la salud individual y de la comunidad, en vez del camino torpe de reprimir, o acciones que propicien corrupción.